martes, 29 de septiembre de 2009

Un lugar lejano con mar


Las cartas revelaron
“un lugar lejano con mar”
y yo al mapa le quité la corteza.
Si un reloj se rompe,
el tiempo se precipita
y a mí me arrojó a ese exilio
que todo lo deja atrás
y nada da por perdido.
Pero cuando la distancia
se llora comparando,
y pierde aquello que se añora,
dejan de tacharse
las fechas en el calendario,
la agenda se puebla de teléfonos,
y admites, yo libre y me encadena,
que “un lugar lejano con Mar”
al recuerdo con punto y final compensa.

sábado, 4 de abril de 2009

Un brindis por los mapas erróneos


Hace mucho que las luces están apagadas
cuando abro la puerta de mi casa.
Tuteo a la soledad como la peca al peligro.
Si los pájaros emigrasen a mi modo,
a ninguno le importaría volar sin destino.
Soy un géminis obediente,
mis dos caras jamás se confunden:
la que morirá es la mía
y con vosotros dejaré la máscara.
Los conformistas consuelan sus manos cruzadas
vociferando que en la vida hay tiempo para todo;
yo prefiero incluir una vida en cada segundo.
Mis agendas suelen tener una única página
y la palabra que reina en ellas es ahora.

martes, 17 de marzo de 2009

Poema errante


La sábana que ahogas ahora
ya la has estrangulado
cientos de veces en mi mente.
Tu gemido lo has rescatado
de los muchos que te imaginé.
Tu cuerpo se me presenta
como un collage de mis pensamientos,
como un rabo de lagartija
que se rebela sumiso.
Desnuda no me eres nueva,
jamás antes se te ocurrió
evitarme cavilaciones.
Tan sólo tu aliento,
cúrcuma ensangrentada,
se atreve a desafiarme.
He buscado entre todos los nombres,
interrogué a metáforas y sentencias,
pero no he sido capaz
de hacer tuyo este poema.

domingo, 22 de febrero de 2009

Aljamía


Llamémosle tiempo

Cada cabello que pierde la rutina del reloj
se lleva contigo una de tus promesas.
Pero no te culpo.
Sentada siempre bajo la sombra
de una longeva memoria que no apropias,
te limitas a cumplir tu tarea de mortal.
La vida nunca se creó
para atarse a ninguna pasión;
disfruta de ella
permitiendo la reciprocidad.
No te culpo,
sólo quiero disculparme
por no pretender tampoco
una incesante eternidad.


Negro de calendario

Ha llegado. Los ciegos lloran
la suerte del sordo que duerme.
De la fuente emana,
sin admitir devolución,
agua sucia,
maquillaje para todo.
La gente se persigna,
la gente es así,
con la mano izquierda.
Benditos sean.
Espejos en humedad,
tiempo para decidir rostros.
Una página,
una tecla,
un amén.
Silencio.

Textos rescatados de Aljamía,
poemario de inicios de siglo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Tu rodilla...



Una calle vacía
puede pertenecer a cualquier ciudad.
Los rótulos suelen repetirse
y el clima obedece y ejerce
bajo los designios del común calendario.
Una calle vacía
simula un corredor en silencio,
envejece ajena al interior
de los muros que la conforman,
y atenta contra la paciencia
de la noche que la aísla.
Las calles en Barcelona
reúnen un tablero de ajedrez.
En cada casilla se discuten
cientos de partidas;
una de ellas comenzó
con un dedo sobre tu rodilla…

domingo, 1 de febrero de 2009

Monocromo


Hoy he visto las tejas de tu cielo
y cómo el viento te ensucia el mar.
No son tuyos, ocupan tu lugar,
te crees botín de su eterno duelo.

Meadas de perro toman tus calles,
sirves en bandeja tus esquinas
dentro de platos que rechazan propinas.
No es por el cuello, se ahoga por el talle.

¿Acaso lloras la suerte ajena?
No confíes tu alocado oído
a la palabra que en el aire apena.

El mal que padeces está extendido,
siembra y recoge a su antojo,
y por Escala de Grises es conocido.
Creado para Lila dit ça

jueves, 29 de enero de 2009

El Hambre


"El Hambre iba y venía con un cetro en la mano y un gesto de petulencia tenebrosa lacrado sobre su calavera. El Hambre se complacía contemplando cómo las mujeres vertían el aceite en sus guisos midiéndolo con un dedal, cómo los niños aprendían a espulgar las lentejas, cómo las amas de casa se santiguaban junto a la puerta de la tienda antes de entrar a pedir comida al fiado, cómo los hombres sin trabajo se pasaban las horas muertas en la plaza exhibiendo sus pómulos agudos y su mirada extraviada por la resignación, cómo los gusanos se aposentaban en las libras de chocolate, cómo los gañanes ocupaban el hondón de su estómago con la algarroba de las caballerías, cómo las madres perdían lentamente la vista en la tarea de zurcir la ropa de sus hijos a la luz de una bombilla amedrentada, cómo los niños perdían en el atardecer las ganas de corretear y se sentaban formalitos en una silla, como ídolos extenuados por la desilusión... El Hambre contemplaba esas imágenes y se sentía dichosa, y se hincaba de rodillas para rezar por la extensión y el encarnizamiento de la guerra civil y para celebrar la bestialidad del terror y para rogar con altanera unción que la guerra no acabase nunca y reinase por los siglos de los siglos sobre los españoles; y después de rezar se erguía, levantaba el brazo derecho y cantabal el Caralsol con su rostro petrificado por la felicidad. La posguerra era una teodicea y el Hambre su profeta."


De La balada del abuelo Palancas

Félix Grande