Llamémosle tiempo
Cada cabello que pierde la rutina del reloj
se lleva contigo una de tus promesas.
Pero no te culpo.
Sentada siempre bajo la sombra
de una longeva memoria que no apropias,
te limitas a cumplir tu tarea de mortal.
La vida nunca se creó
para atarse a ninguna pasión;
disfruta de ella
permitiendo la reciprocidad.
No te culpo,
sólo quiero disculparme
por no pretender tampoco
una incesante eternidad.
Negro de calendario
Ha llegado. Los ciegos lloran
la suerte del sordo que duerme.
De la fuente emana,
sin admitir devolución,
agua sucia,
maquillaje para todo.
La gente se persigna,
la gente es así,
con la mano izquierda.
Benditos sean.
Espejos en humedad,
tiempo para decidir rostros.
Una página,
una tecla,
un amén.
Silencio.
Textos rescatados de Aljamía,
poemario de inicios de siglo.