Deseé verte dormida.
Dos desconocidos frente a frente
en un viaje de tren;
la memoria en su deseo
frente a la más desapercibida prudencia.
Cerraste los ojos
y por eso te recuerdo.
Quizás olvide tu rostro,
pero Proust probará su magdalena
y yo tendré presente
que aquella tarde de domingo,
en aquel tren de cercanías,
no atendí al paisaje tras la ventana.