Deseé verte dormida.
Dos desconocidos frente a frente
en un viaje de tren;
la memoria en su deseo
frente a la más desapercibida prudencia.
Cerraste los ojos
y por eso te recuerdo.
Quizás olvide tu rostro,
pero Proust probará su magdalena
y yo tendré presente
que aquella tarde de domingo,
en aquel tren de cercanías,
no atendí al paisaje tras la ventana.
2 comentarios:
Si al final los viajes a Lloret han dado su fruto, mira tú por dónde...
Después de leer esto... cualquiera se duerme en el tren!! Y si... y si... Que no me duermo! Ya está! Jajajaja
Saludines, bornicho!
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