lunes, 15 de diciembre de 2008

Escaleras





Dejadme en una esquina sin farola,
en un camaleónico rincón.
Que nadie responda con compasión
a la melodía de esta gramola.

El errante que reclama olvido
para florecer cristal y no espejo,
confiesa su egoísmo y un complejo
respeto al antifaz introvertido.

Pero alzar la vista y tan cerca oler
un prohibido aroma sin licencia,
arrastra suspiros por escocer.

Porque aquel día, cuanto más bebía,
tarde de otoño, más me recordaba
que no era a mí a quien quería.


1 comentario:

Fernando García-Lima dijo...

Bermúdez, te ha salido con aroma de clásico.

En efecto, las noches de otoño, el alcohol y las mujeres enamoradas (de otro) no forman una buena combinación. Y, además, Romeo y Julieta. Qué ironía.