domingo, 9 de noviembre de 2008

La misma piedra donde tropezar




Ojalá no te vea más, lo ruego,


amenazado se halla mi silencio.


Anticipo los ebrios argumentos


para de sus consecuencias ser ajeno.




Tu presencia junto a mí despierta


un tartamudeo en el recuerdo.


¿Cuántas preguntas caben en el tintero


si una y única es la respuesta?




No pretendo ser la errata en el texto


que para tu vida presentaste electo.


Por eso decido olvidarte, lo deseo,


pues nunca fui capaz de guardar mis secretos.

4 comentarios:

Fernando García-Lima dijo...

Al fin y al cabo, el olvido siempre ha sido la solución más cómoda, si es que es solución...

Me abono. ¿Dónde hay que firmar?

Anónimo dijo...

Olvidar es lo más cómodo, pero ni es solución ni es algo real.

Codmar dijo...

Chavea, pareces que estabas inspirado en un pájaro el día que escribistes esto, no? Haber si te acuerdas realmente de tus amigos, zo pitisnay. Er tekiguey.

Fernando García-Lima dijo...

Bermúdez, ¿qué te pasa? ¿Ya no hay nada que te inspire? Publica una chirigota al menos...